Patricio Arenas
Como bien lo explica Aristóteles, toda forma de organización política responde a las “relaciones” entre las clases sociales dentro de la “ciudad”. La forma particular de cada organización política responde a inquietudes legítimas que nacen de conflictos de intereses inherentes a la estructuración social de cada comunidad humana. Al generar sus propias contradicciones, su propia lucha y tensiones entre las clases sociales, lo normal es la generación de evoluciones y transformaciones profundas de los contratos sociales. Dentro de sus prioridades, todo cambio debe encontrar un punto de estabilidad, solucionar los conflictos, organizar y repartir las riquezas creadas. En esto, tanto la justicia como la injusticia toman formas relativas porque depende de lo que es “culturalmente” aceptado por la colectividad.
De un punto de vista histórico, tenemos que integrar a nuestros análisis la capacidad del capitalismo de acomodarse a las crisis económicas y sociales. Culturalmente, la fuerza motriz del individualismo junto con la legitimidad de la acumulación privada forman las bases del contrato social francés. Aquellos que se plantean la necesidad de un cambio social no pueden desestimar la capacidad del capitalismo de acomodarse a sus propias contradicciones. Tampoco se debe subestimar su capacidad de superar condiciones económicas y sociales cíclicamente en crisis. Es más, plantear otra vía de desarrollo obliga a tener en cuenta que toda forma de organización económica y social está, en un momento u otro, confrontada a crisis: los cambios son algo normal dentro de toda sociedad humana.
El siglo XXI comienza con el fracaso del neoliberalismo, abriéndole paso a un nuevo modelo capitalista. Eso significa que la crisis económica llegó a su fin, y a pesar de su violencia política, económica y social, la doctrina neoliberal no logró generar la estabilidad económica, política, y social que el liberalismo requiere para existir. Afirmar esto no quiere decir que no estemos soportando aún las consecuencias de la crisis, pero de ahora en adelante el capitalismo se concentra en sectores productivos diferentes y casi mecánicamente modificará a mediano plazo nuestros comportamientos colectivos y las reglas de repartición de las riquezas.
Estos cambios no son de orden natural sino que son generados por luchas antagónicas dentro del mismo marco patronal. Estas contradicciones se nutren del desplazamiento del centro de la acumulación de riquezas motivado por la incapacidad de las “antiguas” industrias, incluso en su forma financiera, de seguir generando la acumulación del capital de manera dominante. Esta ofensiva patronal hacia las “nuevas industrias” es racional, consciente y organizada. El nuevo capitalismo debe crear las condiciones para acelerar la acumulación y generar más beneficios que el capitalismo anterior.
En este movimiento se genera una aceleración de la concentración de las grandes empresas y la especialización de las más pequeñas, frenando el fenómeno de expansión multisectorial de las pequeñas y medianas empresas. En ese marco, la explotación de la mano de obra sigue vigente, pero se concentra en nuevos sectores económicos ligados a la “economía verde” y productos de alta tecnología. Las nuevas industrias se desarrollan en sectores como el de las construcciones con nuevas normas de alta calidad ecológica, los transportes de nueva generación, los productos de alta tecnología, las llamadas nanotecnologías.
En el inconciente colectivo estos sectores económicos no son nuevos. La “novedad” reside en su industrialización masiva y en la organización especializada dentro del marco de un mundo multipolar. En este esquema las relaciones de dominación siguen vigentes y probablemente sean más violentas que en el pasado. Al no romper con el productivismo se corre el riesgo de destrozar con más fuerza y de forma acelerada nuestro planeta, debido a las necesidades de materias primas en los nuevos sectores de producción.
Hay cuatro elementos que son imprescindibles para que esta mutación capitalista se lleve a cabo:
1. La existencia de un poder central que ordene y regule la repartición de las riquezas entre la acumulación privada y la acumulación colectiva y social.
2. La intervención estatal para crear las condiciones de la utilización de los recursos públicos y respaldar la inversión privada.
3. La modificación cultural de las relaciones sociales, en particular aquellas que definen las relaciones dentro el marco laboral, concretado en un contrato social transformado.
4. La creación de una nueva demanda de bienes y servicios de manera masiva en los nuevos sectores de producción.
Para ser viable, el nuevo capitalismo tiene que generar nuevas formas de hegemonía ideológica y cultural creando un nuevo consenso social compartido. En esto, la cuestión urbana es central porque el nuevo capitalismo se desarrollará en el marco de las metrópolis (megalópolis). Cualquiera sea el continente, la viabilidad del nuevo capitalismo “sostenible” estará íntimamente ligada a la elaboración de la ciudad del mañana, lo que provocará inevitablemente profundas transformaciones políticas, económicas y sociales.
El nuevo capitalismo comprometido con el “crecimiento verde” nos abre las amplias alamedas de los nuevos campos de batallas. Es en este contexto que existen los espacios inéditos para las mujeres y los hombres de progreso que luchan por un modelo de desarrollo económico que sea social, ecológico y progresista. Esto implica liberarse de las lógicas electoralistas y pone en marcha las inteligencias individuales y colectivas en los nuevos espacios de la intervención de la izquierda de transformación social. Esta izquierda debe proponerse sin complejos redefinir las nuevas fronteras de las solidaridades indispensables para diseñar una nueva política de civilización. Sin complejos, debe pretender conquistar el poder y crear los medios para defender los intereses populares: hoy.
El muro...desde enero de 2009
Bienvenidos a El muro, un espacio creado por escritores comunistas chilenos.
Porque no basta estar informados o dejar que otros sean los interpretes "desinteresados" de nuestras ideas... nosotros somos historia, y hacemos la historia, sin falsos pudores de hijos putativos del consenso o la cohesión social ( eufemismo perverso para la gran siesta de los últimos 20 años en Chile).
Aquí encontrarás también un espacio para tu opinión. Nos interesa saber qué pasa con tus sueños, porque estamos seguros que hay que despertar para seguir soñando.
El Muro está recién pintado.
Vamos entonces, sin prisa, pero sin pausa...
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