El muro...desde enero de 2009

Bienvenidos a El muro, un espacio creado por escritores comunistas chilenos.
Porque no basta estar informados o dejar que otros sean los interpretes "desinteresados" de nuestras ideas... nosotros somos historia, y hacemos la historia, sin falsos pudores de hijos putativos del consenso o la cohesión social ( eufemismo perverso para la gran siesta de los últimos 20 años en Chile).
Aquí encontrarás también un espacio para tu opinión. Nos interesa saber qué pasa con tus sueños, porque estamos seguros que hay que despertar para seguir soñando.
El Muro está recién pintado.
Vamos entonces, sin prisa, pero sin pausa...

sábado, 11 de julio de 2009

Sandino, la vigencia de un sueño.

Reynaldo Lacámara



Cada ser humano es la suma, más o menos inconclusa, de sus sueños. Ahí radica la dinámica de toda vida proactiva, es decir la de aquellos que han sido protagonistas no sólo de un sueño personal, sino que han empapado la historia con la fecundidad de una propuesta internalizada por cientos, miles, millones de otros seres
convertidos en una misma piel y un mismo caminar.

Sólo de este modo podemos entender la vigencia, la vida y el proyecto histórico de aquel hombre impar nacido en Villa Victoria un 18 de mayo de 1895, llamado Augusto Nicolás Calderón Sandino a quien otra grande de nuestra América llegaría a calificar como: “hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no me toque ver otro”. Era la voz, el temple y el valor de Gabriela Mistral definiendo desde lo más esencial de su presencia histórica, la figura y el destino de nuestro prócer mayor.
Lo femenino y literario en Mistral estuvo siempre marcado por una clara toma de posición frente a los acontecimientos y desafíos que el momento latinoamericano y mundial le planteaban. Nunca temió a las definiciones ni a sus consecuencias. Sandino tampoco.

La visión política, su proyecto histórico y la consecuencia de vida que encarnaba en la tierra de Darío aquel hombre de sombrero inmenso y corazón más grande, despertaron la admiración y la solidaridad de quien, con el correr de los años y la vida, vendría a honrar a esta Patria Grande con una obra, que hasta el día nos cuestiona en la globalidad de sus planteamientos estéticos, poéticos y americanistas. La poeta supo estar a la altura del libertador y éste despertó en ella el reconocimiento que sólo logran los seres humanos llamados a sembrar futuro.

Por eso, aquel hermoso 19 de julio de 1979, fuimos muchos los que entramos en Managua: Sandino, José Martí, Salvador Allende, Manuel Rodríguez, Miguel Henríquez, Ernesto Guevara, Tamara, Gabriela Mistral, los mártires de América Latina, nuestros detenidos desaparecidos, nuestros torturados, los que quedamos, ustedes, yo… los que vendrán.

La revolución sandinista fue y es algo más que un movimiento puntual de sublevación popular frente a una dictadura inhumana.
Es la conjunción solidaria y conciente de amplios sectores. Desde los cuadros comunistas, sandinistas hasta las Comunidades Eclesiales de Base de la Iglesia Católica, que en aquel entonces experimentó una vuelta a sus orígenes históricos inédita e irrepetible…hablábamos en aquellos años de la “Iglesia de los Pobres”. Era la Iglesia, entre otros, de: Enrique Alvear, Óscar Romero, Leonardo Boff, Miguel D´Escotto y del hermano y revolucionario Ernesto Cardenal, poeta, cristiano del pesebre-no de catedrales- y figura inexcusable en la gesta heroica de un pueblo que se atrevió a soñar.

Esa coyuntura histórica nos demostró que es posible la unidad cuando las bases se transforman en protagonistas verdaderos de los procesos, más allá de lineamentos copulares que muchas veces terminan por asfixiar el aire nuevo de los montes y los hombres surgiendo con la libertad como consigna y la vida como destino.

Conmemorar esta fecha es también hacernos cargo del legado que ella contiene. Significa renovarnos en nuestra porfiada y dinámica paciencia histórica, para seguir construyendo la dinámica que aún nos falta, desde cada uno de los espacios que la sociedad nos ofrece, inaugurando todo aquello necesario, sin falsos pudores o remordimientos castradores de la marcha infinita y el anhelo de sentirnos latinoamericanos o amerindios, como dijera nuestra Gabriela Mistral.

Algunos pregonan, no sin alegría, que el tiempo para la justicia, la libertad de nuestros pueblos y su dignidad ya pasó.

Los objetivos pendientes son espacios privilegiados para instalar en nuestra cultura el relato de una Patria Grande marcada por niños sonrientes, por hombres y mujeres protagonistas de su destino y por mesas generosas para todos.

Es bueno entonces recordar que la justicia, la unidad y la dignidad pasan por cada uno de nosotros en el día a día. Que mientras un sólo ser humano siga asumiendo su existencia y siga sintiendo como propio el dolor, la miseria y la injusticia sufrida por otro ser humano, mientras esto ocurra ¡siempre habrá caminos! ¡siempre habrá un destino más lucido para nuestros pueblos, siempre habrá Sandino!...y con él, siempre, estaremos diciendo presente.

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